Las mujeres siguen siendo torturadas, maltratadas, violadas y asesinadas a lo largo de todo el planeta al igual que el año pasado, el anterior y el anterior a ese.
Pueden celebrarse miles de 25N, a lo largo de sendos miles de años, pero mientras no eliminemos la desigualdad material que nos separa de los hombres, muchas de nosotras no tendremos la oportunidad de escapar de la violencia física y/o psicológica.
Si nuestros contratos son peores en temporalidad y jornada, nuestros sueldos son más bajos y los sectores en los que nos encapsulamos están feminizados – y peor pagados- , por muchas leyes que traten de emitir contra la violencia hacia nosotras, seguiremos siendo esclavas en casa y también ante el Estado.
Si una mujer depende económicamente de su maltratador, si no tiene dinero para pagar abogadxs, si no tiene salidas, lo más normal es que vuelva con él una y otra vez.
Por eso, como mujer de clase trabajadora, lucho por la emancipación de las mujeres en todos los sentidos.
Un mal hombre es una condena a muerte y un mal sistema es una perpetua en aislamiento y con trabajos forzados.
Por una sociedad en la que no haya más mujeres de clase trabajadora sin futuro. Por una sociedad en la que las mujeres de clase trabajadora no tengamos que elegir entre nuestra seguridad o nuestro pan.
Hoy, 25N, no hay nada que celebrar; queda demasiado aún por hacer.
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