Una de las cuestiones más escabrosas relacionadas con el patriarcado y consecuencia directa de la deshumanización del sistema capitalista es sin duda la explotación sexual infantil. Desde FELMA sabemos que pese a lo delicado del tema, solo se puede tratar reflejando la crudeza y brutalidad de la realidad que nos rodea aun a pesar de poder herir alguna sensibilidad por el camino.
La realidad es que a diario millones de menores de edad, niños y niñas, sufren abusos de distinta índole a lo largo de todo el mundo, pero como suele pasar con todo lo que nos horroriza, la sociedad en general prefiere mirar hacia otro lado obviando el problema.
Hay que distinguir entre abusos sexuales a menores (que suelen ocurrir en el mismo ámbito familiar o cercano a la víctima y que no entiende de clases sociales) y la explotación sexual de lxs mismxs, que tiene un claro factor económico y afecta a los y las niñas más desprotegidxs. En ambos casos la causa última es sin duda la capacidad que tiene el sistema en que vivimos de hacernos creer que todo vale a la hora de satisfacer nuestros deseos, que el fuerte tiene derechos sobre el/la persona más débil, pero en el segundo cobran más relevancia si cabe añadimos el factor de la clase social, con lo que añadimos el factor económico a en la ecuación y una vez más la explotación por parte del privilegiado/a sobre el/la más débil. Cuando hablamos de explotación sexual infantil, no hablamos única y exclusivamente de la trata de menores o la prostitución, problema endémico que se ceba en niños y niñas de clase trabajadora que apenas pueden subsistir y de lo que se aprovechan tanto proxenetas como clientes.
Para profundizar en el tema hay que ser conscientes de que no hace falta viajar hasta Thailandia para comprobar la gravedad del asunto. Cada vez que una niña es maquillada y vestida como una adulta para posar en un catálogo, participar en un certamen de belleza o grabar un videoclip, está siendo sexualizada y explotada económicamente por ello. Cada vez que unos grandes almacenes comercializan productos destinados a la infancia pero les confieren características adultas como relleno en el sujetador de un bikini, tacones para bebés, etc… están propiciando la existencia de este tipo de negocio en el que nuestros niños y niñas son, al igual que nosotras mismas, mercancía con la que negociar, tan solo carne fresca en el catálogo de los horrores que el sistema patrialcal y capitalista que nos somete, ofrece a los y las pederastas en todas partes del mundo, desde los países más pobres hasta nuestras calles, desde la iglesia hasta las altas esferas del gobierno.
Dejemos de mirar hacia otro lado y luchemos por acabar con la sexualización de los niños y niñas, con la explotación de sus cuerpos y sus mentes. Defendámosles porque solo nos tienen a nosotrxs para salvarles de la barbarie de este sistema que quiere explotarles. Hagamos que no sea necesario dedicar más meses de abril a la lucha contra la explotación sexual infantil y podamos sacarlo de nuestros calendarios de abusos patriarcales. Solo la movilización, la denuncia, y la autoorganización conseguirán remover los cimientos de este mercado oculto, que no es sino el reflejo de lo podrida que está la sociedad capitalista, capaz de hacer negocio incluso con la tortura de los niños y niñas de clase trabajadora.
Ven a nuestra subasta de los horrores hoy a las 19 h en la plaza del Obispo.
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