Mujeres libres, emancipadas, que eligen ser prostitutas, usar una crema hidratante, alquilar su útero, depilarse hasta el horto, llevar minis, hacer topless, trabajar por menos de 1000€/mes… De veras elegimos? Alguien piensa que somos libres a la hora de tomar decisiones o es «la vida» la que nos hace decidir el rumbo.
Ciertamente esto le pasa tanto a ellos como a a nosotras. Vivimos en un mundo dirigido por quienes tienen el poder de decidir, que ven TODO como recursos a usar, para explotar, para obtener beneficios. RECURSOS HUMANOS.
En el caso de las mujeres esta etiqueta de «recurso» es más patente todavía. Una sociedad que nos cosifica y en la que estamos destinadas a cumplir con las tareas propias de nuestro sexo: reproductoras, cuidadoras, proveedoras de placer… Pero si encima tienen la desvergüenza de hacernos creer que el libre albedrío, el altruismo nos ha hecho llegar hasta ahí, a hacer según qué cosas, entonces es que sabemos muy poco de la vida, de la real.
No todo vale para conseguir tus deseos. No se puede enarbolar la bandera de los derechos si para conseguir los tuyos, cercenas los míos por el camino.
De esto va este artículo de Paralelo 36 Andalucía.
Nada como el neoliberalismo sabe qué simbología debe usar para vender modernidad donde hay injusticia y odio a los pobres. Los mismos que hacen diez años estaban en contra de los derechos de los homosexuales y de las mujeres, son los mismos que hoy se nutren del gaypitalismo y venden camisetas con eslóganes pseudofeministas, cosidas por niñas de Bangladesh que cobran 30 euros al mes, para seguir engordando su tasa de beneficio a costa de explotar a millones de personas en el mundo en nombre del activismo de IKEA. Y lo que es peor, con la complicidad de a quienes hacen 10 años les negaban el pan y la sal.
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