Es conocido por el movimiento feminista malagueño y por el vecindario de la zona del Soho que hay un grupo de ultras católicos que se instalan delante de una clínica ginecológica en calle Alemania, donde, entre otros tratamientos, se produce la interrupción voluntaria del embarazo.
Me gustaría saber con qué tipo de permiso cuentan estas personas que les permite instalarse dos veces a la semana durante todo el año y todos los días durante el periodo de cuaresma en la vía pública con pancartas y carteles de muy mal gusto que ponen sobre nuestro mobiliario urbano para violentar a las mujeres que se acercan a la clínica. Llamé a la clínica y me dijeron que llevan años sufriendo esta violencia, que están hartas de la impunidad con la que cuentan, que las mujeres entran a veces llorando por los improperios que les lanzan. Me cuentan que primero intentan usar métodos disuasivos como invitarlas a un café, les hacen preguntas sobre su vida privada y si no acceden, las llaman asesinas. Esto, además, sucede a escasos metros de la puerta de un colegio público.
Podríamos hablar en esta columna de que se omite el derecho a abortar en centros sanitarios públicos, pero vamos a poner hoy el foco en que la Subdelegación del Gobierno y el Ayuntamiento de Málaga consienten la agresión a las mujeres que toman la difícil decisión de interrumpir su embarazo, de que además del obvio mal rato, tienen que someterse a la presión de una gente alienada con valores medievales y completamente confesionales, y todo bajo una falsa premisa de libertad de expresión. Pero, como decía la diputada por Verdes Equo Inés Sabanés,
confunden la libertad de expresión con libertad de coacción o extorsión, el aborto es un derecho y está protegido por la ley.
La calle no es segura para nosotras y las instituciones permiten que se nos violente, que se nos cuestione este derecho que nos hemos ganado a pulso las feministas. Es imposible obviar un 25 de noviembre, el Día Internacional contra la Violencia de Género que esto sucede con el beneplácito de varios responsables públicos.
En realidad, esta denuncia nos lleva a que reflexionemos sobre el papel que, aún a día de hoy, juega la Iglesia dentro del reparto de poderes. Es cierto que después del feudalismo, el clero no participa ni tiene cuota de poder en nuestra democracia, pero ni falta que les hace, porque hay partidos de signo conservador que siguen siendo los garantes de que su ideología cristiana extremista se imponga desde lo público.
No creo necesario insistir en asuntos que espero que como sociedad hayamos superado: las mujeres no abortamos con alegría, como decía Ayuso, el aborto a veces es la única solución para mujeres (a veces muy jóvenes) que no tienen el contexto adecuado para la crianza. Porque en esto sí hay que incidir, te presionan para que no abortes, pero no presionan para que haya un sistema público de cuidados que una vez que han nacido aseguren su bienestar y el de la madre. Posiblemente sí coincidamos en otro aspecto, la tan necesaria educación sexual que debe ser curricular desde edades tan tempranas en los colegios e institutos.
Pero lejos de avanzar en el sentido de la lucha por la igualdad, desde el Gobierno de la Junta de Andalucía eliminan libros que usan lenguaje inclusivo, o como ya hizo cuando entró al gobierno, dejó de financiar lo que llamaban “chiringuitos feministas” y pasó a financiar con dinero público a asociaciones “pro vida”, cuya función social, entre otras, está acosar y coaccionar a mujeres, y esto debe considerarse delito.
Hago un llamamiento, este 25N para que nos sumemos a las diferentes movilizaciones, como la convocada por la Plataforma contra la violencia machista Violencia cero a las 19:30 en la Plaza de la Merced, porque mientras nos maten, nos maltraten, nos vejen, tenemos que seguir reclamando en las calles y en las instituciones igualdad. Además, sumemos nuestras voces como ciudadanía malagueña para que podamos cambiar desde lo local, para que exijamos a Paco de la Torre que queremos ejercer nuestro derecho libremente y de forma segura, que no dejen que nos acosen en las calles. El consentidor es tan culpable como el acosador. Piénselo.
Vosotras sois de lo mejor en la lucha por la Libertad, la Solidaridad y el Amor. Esa caterva de gentes de la iglesia que en rebuznos es muy facultativa y experta siempre es muy amada por esa Clerecía que la única prenda que tiene es la de amar sobremanera a los cafres, los ladrones y los pedófilos.
¡Cuánto valéis¡ Orgullosos estamos de vuestra lucha.