Leemos estos días en los medios que los jóvenes de la «manada» de Alicante, en prisión preventiva por la violación de una joven, están siendo atacados en la cárcel. Sus agresores son otros internos de esa prisión, donde, al parecer, se rigen por el código de «ni violadores, ni asesinos de niños», consigna que parece estar extendida por toda la red de centros penitenciarios.
Me gustaría incidir en el hecho de que estos jóvenes están siendo agredidos por otros presos, varones como ellos, sus propios compañeros de celda que parecen erigirse así en justicieros de las mujeres.
Estos hombres no están siendo torturados por mujeres, ni sus agresores han recibido ningún encargo de organizaciones feministas que les insten a matarlos. No sea que también ahora nos culpen a nosotras de esa falsa venganza (infligida antes incluso de ser declarados culpables), de esa barbarie disfrazada de «santa» justicia (mujeres y niños son sagrados, son nuestros y no se tocan…por otros, claro), un castigo que nosotras nunca hemos pedido, que no va a eliminar de la vida de la joven la agresión sufrida y que demuestra una vez más lo injusto y terrible de este sistema incapaz de proteger ni a las mujeres primero, ni a los acusados en espera de juicio después.
No creo que tenga que decirlo, pero, por si acaso, no es que defienda a esos individuos, ni que no me indignara con la noticia de la durísima agresión que cometieron. Por supuesto que en los primeros momentos les deseé lo peor. Lo que ocurre es que, según todo parece indicar, esos presos que dan palizas a otros lo hacen porque, a más de acusados de un crimen terrible, aquellos a los que aplican su «justicia» son de origen extranjero y carecen de poder y recursos suficientes.
Veamos si no la otra «manada», la de los sanfermines, ¿Cuántos cigarrillos le apagaron en las manos al guardia civil sus compañeros de celda el tiempo que pasaron en prisión? ¿O cuántas veces raparon al militar o a cualquiera de los otros?
Apenas llevan unos días en la cárcel y ya tenemos a estos tipos machacados ¿dónde están los titulares contando las palizas que recibieron los miembros de aquella otra «manada» durante los dos años que permanecieron en prisión?
En su día supimos que, mientras estaban presos, uno de ellos participó en una agresión a un joven musulmán acusado de violación. Justiciero donde los haya. Claro que sí.
Nosotras no violamos, nosotras no nos vengamos, ni siquiera lesionamos a ningún machirulo, venga de donde venga, aunque de vez en cuando gritemos que vamos a hacerlo porque estamos más que hartas de que nos violen y nos maten en las calles y nos rematen después en los juzgados. No, nosotras no nos tomamos la justicia por nuestra mano, ni aun cuando vemos que la justicia se burla de nosotras.
Pero tampoco necesitamos vengadores, ni siquiera esos valientes, cuya ausencia durante dos años notamos ahora, y que son capaces de machacar a los acusados precisamente cuando estos son españolitos prepotentes.
Dejar una contestacion