Las redes sociales han sido vitales para que conozcamos a Lucia Berlin, Lusia quería que la llamaran, gran desconocida para el gran público. Gracias a Alfaguara nos ha llegado “Manual para mujeres de la limpieza”.
Tenemos entre manos una antología de 43 relatos basados en la vida itinerante de la autora. Nacida en Alaska, casada tres veces, vivió en diferentes lugares de la geografía estadounidense y sudamericana. Con poco más de 30 años Lucia ya llevaba tres matrimonios y cuatro hijos a su cargo. Sin profesión ni ingresos regulares tuvo que buscarse la vida: profesora de secundaria, recepcionista en una consulta de ginecología, ayudante de enfermería en la sala de urgencias de un hospital o limpiadora (aunque como ella manifiesta en el relato que tiene este título, le costaba encontrar empleo porque las señoras, desconfían de las candidatas “instruidas”). Todos estos trabajos aparecen en sus obras, haciendo que de lo cotidiano, de lo ordinario surjan historias dignas de ser contadas.
Son relatos cortos de una lucidez apabullante, escritos con inteligencia, humor y desesperación al mismo tiempo. Es como leer lo que va pasando por su cabeza. Recuerdos se mezclan con hechos y conversaciones y, como si fuera magia, todo cobra sentido.
Alcohol, drogas, la relación con su madre, el cáncer de su hermana, el abuelo alcohólico, amor, pasión, dolor se cuentan en primera persona por la autora. Está contando su vida en cada cuento. “Perdidos”, “Manual para señoras de la limpieza”, “Dentelladas de tigre”, “Lavandería Ángel”…
En sus narraciones cuenta vidas en las que el desastre se acepta como normalidad; muestra la miseria humana tal cual. Sus personajes son unos inadaptados, gente maltratada por la vida y por ellos mismos, pero también valientes a la vez, que van de frente a cualquier precio.
Aquí va el principio de “Inmanejable”
En la profunda noche oscura del alma las licorerías y los bares están cerrados. La mujer palpó debajo del colchón; la botella de medio litro de vodka estaba vacía. Salió de la cama, se puso de pie. Temblaba tanto que tuvo que sentarse en el suelo. Respiraba agitadamente. Si no conseguía pronto algo para beber, le darían convulsiones o delirium trémens…
Lee a Lucia Berlin. Relee a Lucia Berlin, se lo debemos.
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