El joven bloguero mauritano, sobre el que pesaba la pena de muerte, hemos sabido hoy, que por ahora puede respirar un poco más tranquilo. Por ahora, ya que solo ha sido suspendida la pena. Se le volverá a juzgar de nuevo.
Su delito, un artículo en el que dicen criticaba al profeta Mahoma. El joven escribió que
…la injusticia practicada hoy en día contra mi grupo ya fue también ejercida anteriormente por el propio profeta Mahoma durante su vida…
Mjaitir defendió su inocencia y negó haber querido insultar al profeta. Pertenece a los Lemaalmine (herreros), un grupo tradicionalmente estigmatizado en la sociedad mauritana y considerado como inferior.
El Código Penal mauritano, establece la pena de muerte contra «todo musulmán (…) que se burle de Alá, de sus ángeles, sus libros o sus profetas». Pero a pesar de existir en el Código Penal mauritano y de que los tribunales la pronuncian, la pena capital no se ejecuta en Mauritania desde la década de 1980.
El Tribunal Supremo mauritano anuló ayer la pena de muerte decretada contra él y ordenó que el caso regrese ante una corte de apelación distinta de la que dictó la condena a muerte contra el bloguero, en un nuevo juicio para el que aún no hay fecha. Mientras miles de personas salieron a la calle para pedir su ejecución por blasfemo.
Una sociedad donde la religión está integrada en las normas, una sociedad con graves desigualdades. Su delito denunciarlas. Hablar de igualdad y del uso que se hace desde la religión para fomentar las diferencias.
De esto las mujeres saben mucho y en este país más. Donde hay granjas de engorde para que las niñas se puedan casar, si están gordas es más fácil casarlas; en un país donde se ha intentado recientemente implantar una ley contra el maltrato a la mujer y entre otras cosas evitar matrimonios infantiles e incluso empezar a usar el término género; donde aún se habla de esclavitud.
No olvidemos a Mauritania, no olvidemos que existen estos países aunque no sean de occidente, aunque no sean cosas del «primer mundo».
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